Febrero de 2023, primer encuentro de Antiguos Alumnos en Cáceres.

«No fue sin querer ni por capricho del azar, como canta Serrat. Fue mediante convocatoria y sin que el azar interviniera sino por la voluntad de los asistente por lo que se  celebró la reunión. Una idea promovida y muy trabajada por Javier Hergueta y por Fátima Galán, de las promociones de 67 y 95 respectivamente, a los que todos agradecimos el empeño puesto y el éxito de la reunión.

La asistencia muy repartida de todos los tiempos. Y por tanto, rememorando la solemnidad de las fiestas mayores del Colegio hay que reseñar la la lista de asistentes diciendo que: Para mayor gloria de Dios, honor de la virtud, esplendor de las letras y las ciencias, galardón y estímulo de los antiguos alumnos del Colegio de san José, se proclaman los nombres de los que con su ejemplar asistencia al acto se hacen dignos de honorífica mención. Desde aquellos que hacía más de 60 años que salieron del Colegio como Raimundo Gradillas (P. 49) que en el año 2024 celebrará las bodas de diamante de su promoción pues hará 75 años desde que salió del Colegio. Con su ánimo y su espíritu joven y jovial, como siempre ha sido, no quiso faltar a la reunión. Como tampoco se olvidaron Ángel Bernal (58) ni Miguel Cabezas (59) que se presentó con una serie de revistas Collegium que todos hojeamos recordando lo vivido. Faltó a la comida Diego Gálvez (54) que cuando se dirigía de Cañamero a Cáceres tuvo que regresar por motivos de trabajo. Inconvenientes de seguir en activo superados con creces los 80 años.

De generaciones todavía más jóvenes no faltaron los que ya han visto transcurrir entre 50 y 60 años desde que salieron del Colegio  como Fernando Revert (65) Javier Hergueta y Germán Tovar (67), Eduardo Silva y José María de la Rosa (69), Daniel Gutiérrez y Antonio Rueda (70), José Luis Durán y Joaquín Hergueta (71) y Eduardo García Candela (73).

Una ridiculez el tiempo pasado si lo valoramos en los recuerdos mantenidos y las sensaciones de haber seguido con un lazo de unión.

Finalmente, los más jóvenes, aquellos que aún no han alcanzado los 50 años desde que finalizaron aunque todos superaban los 25 años de antigüedad. Próximos a las bodas de oro Pepe Mateos (74), Ángel Hornedo (76) y Paco Matamoros (79) y con finalización en la década de los 80 Juan Carlos Sánchez (82) Agustín Rodríguez (83), Juan Luis García y Antonio López Castro (87) y los benjamines de los asistentes, aunque terminaron el bachillerato en el siglo pasado Jaime Jiménez Mogollón (92) y Fátima Galán (95).

Buen ambiente, y un halo invisible que nos identifica consigue que en una variedad tan amplia de edades, de profesiones, de vivencias y de ideas exista una coincidencia proveniente de una formación que, aunque la recibiéramos en etapas distintas con métodos diversos, tuvo un resultado que se asemeja en todos sin que sepamos cual es ese punto común. Como decía Bob Dylan: the answer my friend is blowin in the wind.

El punto de atracción y entendimiento que nos une en la diversidad de cada uno hizo que la reunión y la comida transcurrieran de la mejor manera, y que quedáramos emplazados para una nueva reunión.

Cómo no, la comida terminó con el canto del himno que todos recordamos. En definitiva, y visto desde la óptica actual nos queda el sentimiento de familia. Sí, de familia, porque se trató de una reunión en que las vivencias comunes tenidas hacia 50 o más años no se pierden, como no se pierden los recuerdos familiares. Y si hay en la reunión alguien a quien no conoces porque es de otra época, inmediatamente surge la unión como si fuera ese primo que vive fuera pero que sabes es de tu sangre. En este caso, como dice el himno, somos gotas de una sangre generosa.

Convivencia, amistad, recuerdos, encuentros, y no sólo por el pasado común sino mirando al futuro, pues “nuestra vida siembra es hoy, mañana mies”. Y aunque la mies esté conseguida no por eso dejaremos de sembrar. Ad maiorem Dei gloriam.

En Cáceres, Patrimonio de la Humanidad, año 2023.

Joaquín Hergueta, Pr. 71.