Hace unas semanas se celebró en Salamanca el Encuentro denominado «Más que Ingeniería», en el que participó el maestrillo que forma parte de la comunidad jesuita del Colegio San José de Villafranca de los Barros, Andrés González Sj. Pasada la cita, le pedíamos que compartiese con nosotros su experiencia allí. Os dejamos el escrito a propósito de esta iniciativa del área de Pastoral Ignaciana que además han recogido los compañeros del portal magis.es Gracias Andrés.
Es probablemente la primera vez que he podido compartir de esta manera dos facetas de mi vida que normalmente no parecen juntarse.
Uno de los rasgos célebres de la espiritualidad ignaciana es el de “buscar y hallar a Dios en todas las cosas”. En algunos casos puede resultarnos más fácil, pero ¿dónde está Dios en la ingeniería? ¿Qué tiene que ver la vocación cristiana con la vocación profesional de un ingeniero? Un grupo de universitarios, jóvenes profesionales y jesuitas se encontraron en Salamanca el pasado fin de semana para averiguarlo.
Este encuentro se enmarca en el formato “Más que …” desarrollado por la pastoral MAG+S en España, y al que pertenecen también “Más que Salud”, “Más que Derecho” y “Más que Economía”. El propósito de estos encuentros es buscar una mayor integración de la vocación cristiana y la vocación profesional, desde la espiritualidad ignaciana.
El escenario, como en otras ocasiones, fue el Centro de Espiritualidad de la Compañía de Jesús en Salamanca. Como jesuita e ingeniero, tuve la oportunidad de participar formando parte del equipo organizador, pero viviendo la experiencia también como uno más.
El viernes por la noche, tras la cena, tuvimos un rato para ir conociéndonos personalmente a través de distintas dinámicas. En ellas hubo lugar incluso para intercambiar chistes del gremio, pero poco a poco nos ayudaron a descubrir a las personas con las que compartíamos la experiencia.
El sábado nos permitió a cada uno, a través de la oración y distintos talleres, conocernos un poco mejor como personas y como ingenieros, con nuestras fortalezas y debilidades. También pudimos lanzar una mirada al mundo con los desafíos y oportunidades que presenta, desde la mirada de un ingeniero. Pero no desde la técnica sin más. Tratamos de esbozar lo que sería un “más que ingeniero”: Alguien consciente de que trabaja con otros y para otros, agradecido de los dones que ha recibido en sí mismo y en la Creación, y que se siente responsable de emplearlos bien, para servir, al estilo de Jesús.
Otra oportunidad que nos brindó esta experiencia es escuchar el testimonio de cuatro ingenieros cristianos (dos mujeres y dos hombres), que nos hablaron de su recorrido vital, profesional y de fe, y con quienes que pudimos conversar con cercanía.
Al final del día, tuvimos un tiempo más distendido, para salir y visitar algunos de lugares por los que pasó San Ignacio, así como otros lugares emblemáticos de Salamanca.
El domingo nos permitió empezar a delinear el proyecto personal de cada uno como “más que ingeniero”, tratando de seguir las llamadas del Espíritu que habíamos ido recogiendo durante el encuentro. Y finalmente, pudimos dar gracias y ofrecer nuestros deseos al Señor en la misa del domingo.
En conjunto, fue para mí una experiencia muy enriquecedora. Es probablemente la primera vez que he podido compartir de esta manera dos facetas de mi vida que normalmente no parecen juntarse. Gracias a ella, he podido conocer a gente distinta, pero con inquietudes en común. Creo que, de alguna manera, a todos nos ayudó, al menos, a comenzar a hacer dialogar estos dos lenguajes, el de la espiritualidad y el de la ingeniería, para ir descubriendo el mensaje único que Dios nos dice a cada uno, para formar parte de su proyecto. A medida que crezcamos en este diálogo, podremos responderle cada vez de una forma más completa, para entregarle “todo nuestro haber y poseer”, para en todo amar y servir.
Andrés González sj
Deja tu comentario